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CHUANA LA GAITA DE LA AMERICA INDIGENA
El origen de la Chuana ò gaita cabeza de cera de América, se remonta al primer instrumento musical del hombre, el caracol, que los zenúes llamaron shúa ò chúa. De allí su nombre.
Con el ronco retumbe de la chúa entre los cerros que configuran la sierra flor y los montes de María, los primeros cencenúes ò zenúes de la sabana alta convocaban a sus clanes para la guerra, el rito, la siembra y la caza. Caracoles encontrados en tumbas indígenas de la región, con brocal de cera en sus embocaduras demuestran que la chúa pasó a ser un instrumento musical ritual solo de uso privativo del cacique y del sacerdote mohán de la tribu.
Con el tiempo, el indio perforo tres ò cuatros orificios tonales a la tibia ò al fémur de sus adversarios caídos en combate y de esos huesos fabricó así las primeras flautas.
La cacería lo llevo a inventar el arco que convirtió también en instrumento musical sonoro y con el cuero del venado comenzó a forrar los primeros tambores. Oyendo el canto de las aves, su gran habilidad manual modeló los primeros pitos y ocarinas de barro en forma de pájaros cantores como la paloma, el búho, la guacharaca, el corcovaos y la pava congona, etc. La simbología del ave- canto le dio rienda suelta su imaginación musical.
El manoseo del barro que chispeaba por su condición aurífera, lo llevo a descubrir y fundir el oro y a tallar a golpe de piedra las primeras laminas cortantes ò cuchillos de oro y siendo ya sedentario cultivador de la abeja tras la miel, la cera del panal mezclada con carbón molido le sirvió para modelar la primera figura que habría de fundir en oro siguiendo el proceso de la “cera perdida”; una figura de ave por ejemplo, modelada en cera y revestida en barro con un orificio y puesta al calor, al derretirse la cera y salirse lentamente gracia a la resistencia del carbón molido, dejaba en la nariz de barro una oquedad que luego vaciada en oro derretido daba como resultado la figura de ave en oro.
En la mezcla de cera y carbón molido, el zenú encontró la clave para inventar la gaita. Tenía ya los cuchillos de oro ò de metal tumbaga para cortar justo de la pluma del golero, el tubillo soplador que cortado en hilo habría de fijar con el borugo de cera al extremo del canuto sacado del cardón pitahaya al que perforo con una barra candente de tumbaga sus cinco sonidos tonales. Pero el indio todo lo que hacía lo estilizaba. Tras colocar el tubillo de pluma inclinada mente para que el aire insuflado reventara contra el borde del canuto y produjera la melodía, observo que la estrecha ranura aerófona del borugo necesitaba una visera para que el aire no escapara hacia atrás y al colocársela con cera, vio que el borugo se parecía al cabeza de un golero ò de un águila y procedió de inmediato a estilizarla. Porque eso es de perfil el borugo de cera de la gaita, la simbología del ave canto, la cabeza estilizada de un águila arpía con el moño levantado.
No hay duda que la Chuana fue un invento de pueblo orfebre. Así, gracias al carbón de cera con carbón molido que le daba mayor resistencia contra el soplo caliente del gaitero, los mohanes zenúes tras acoplar una gaita macho de un solo orificio para que llenara los vacios melódicos de la gaita hembra de cinco orificios, enriquecieron su música de quejosos dejos y prolongaron mas sus largas noches de ritual bailable. La arqueología lo confirma con el hallazgo de dos piezas orfebres de músicos precolombinos.
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